sábado, 22 de mayo de 2010

En mi Centro, al igual que en todos, me imagino, cuando un compañero no asiste a su quehacer diario por motivos varios, debidamente justificados ante la “superioridad” —llámese Jefe de Estudios—, otro “paciente sufridor” lo sustituye como buenamente pueda. En una de esas ocasiones —la verdad, es que son muchas a lo largo de un curso— quisieron los hados conducirme al aula de preescolar de cuatro añitos, según la nueva nomenclatura, educación infantil de segundo año, ¡queda más bonito! Por el camino (los menudos están en otro edificio relativamente próximo al principal) vas cavilando qué hacer con dichos personajes o la “seño” fue precavida y tendrá preparada una fichita. Pero de repente, te das cuenta que la ausencia fue imprevista y que, por lo tanto, te toca improvisar.
Al llegar, todas mis dudas hallaron respuestas. ¿Qué hacer?... Después de la oportuna presentación, tuve la infeliz idea que la mejor manera de “entretener” a la concurrencia sería con la lectura de un cuento. Al hojear el libro, me llamó la atención, por su dibujo y colorido, el titulado “La zorra y el cuervo”. Tras la consulta popular y la respuesta mayoritaria que todos deseaban la lectura del mismo, comencé así:
—¿Saben qué es un cuervo?
—¡Sí, es un pájaro muy feo! Contestó un niño sentado en la primera fila.
—Es feo, porque sus plumas son muy negras. Afirmó otro.
Indudablemente, el “pajarraco” en cuestión fue reconocido en el acto. Varios niños asentían con la cabeza de que, por lo menos, no era un ave extraño, aunque nunca lo hubieran visto “vivito y coleando”. Seguramente —medité— que por la televisión o quizás en fotografías les era familiar.
Proseguí en mi interrogatorio:
—¿Conocen al zorro?
Hubo un silencio sepulcral —¡cosa rara en esas edades!—, y al rato levanta el brazo un chico, que con mucho desparpajo y seguridad en sus palabras afirma:
—¡Seño!..., ¡perdón, señorito! Yo no sé lo que es un zorro, ¡pero una zorra sí!
—Si sabes lo que es una zorra... ¡pues el zorro es el macho! Le atajé rápidamente.
—¡Zorra!, se lo dice mi padre a mi madre cuando se tira un pedo.

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