martes, 26 de abril de 2011

En un bar de la Villa de La Orotava



(10/10/09)


viernes, 22 de abril de 2011

FELIZ DÍA DEL MAESTRO 1999






Educar es lo mismo



que poner un motor a una barca...



hay que medir, pesar,



equilibrar...



... y poner todo en mrcha.



Pero para eso,



uno tiene que llevar



en el alma



un poco de marino,



un poco de pirata...



un poco de poeta



y un kilo y medio



de pacincia concentrada.



Pero es consolador soñar



mientras uno trabaja,



que ese barco, ese niño



irá muy lejos



por el agua.



Soñar que ese navío



llevará nuestra carga



de palabras



hacia puertos distantes,



hacia islas lejanas






Gabriel Celaya



miércoles, 13 de abril de 2011

CUENTO



Dijo el prestidigitador:

—Damas, caballeros y niños. Esta prueba es muy sencilla. Con un papel —puede ser la hoja de un diario o de un cuaderno— voy a hacer dos pájaros.

El prestidigitador tomó la hoja de un diario y la partió en dos. Una mitad la puso en la mano derecha; la otra mitad en la mano izquierda.

—¿Ven? —preguntó el prestidigitador y mostró las dos manos—. No hay nada más que un pedazo de papel en cada mano. Y ahora van a ver un pájaro en cada mano. ¿Ven?

El prestidigitador extendió los brazos, mostró las manos y agregó:

—Tengo un pájaro en cada mano.

—No —respondió el público—, no vuelan. No son pájaros.

—Damas, caballeros y niños —dijo el prestidigitador—. Tengo un pájaro en cada mano.

Extendió los brazos y mostró las manos. En cada mano tenía un pájaro.

—No son pájaros —gritaba el público—. No vuelan.

Entonces los dos pájaros batieron las alas y se llevaron al prestidigitador volando por el aire. El prestidigitador rompió con la cabeza el techo del teatro y voló con un pájaro en cada mano. Salió del teatro y siguió volando.


La mujer del prestidigitador tejió una red y la clavó con cuatro estacas en el fondo de su casa.

—Aquí tiene que caer —dijo.

Y se sentó a esperarlo.



Javier Villafañe

domingo, 10 de abril de 2011

Dibujo a plumilla (12º)

IES Bernaldo de Quirós en Mieres. Asturias


jueves, 7 de abril de 2011

EL REY DE CASI-TODO


El Rey de Casi-Todo tenía casi todo.

Tenía tierras, ejércitos y tenía mucho oro.

Pero el Rey no estaba satisfecho con el casi todo.

Él quería todo.

Quería todas las tierras.

Quería todos los ejércitos del mundo.

Y quería todo el oro que hubiese todavía.

Entonces, mandó a sus soldados en procura de todo.

Y fueron conquistadas más tierras.

Otros ejércitos fueron dominados.

En sus cofres ya no cabía tanto oro.

Pero el Rey todavía no tenía todo.

Seguía siendo el Rey de Casi-Todo.

Por eso, quiso más.

Quiso las flores, los frutos y los pájaros.

Quiso las estrellas y quiso el sol.

Flores, frutos y pájaros le fueron traídos.

Se apresaron las estrellas y el sol perdió su libertad.

Pero el Rey todavía no tenía todo.

Porque teniendo las flores, no podía quitarles la belleza y el perfume.

Teniendo los frutos, no podía quitarles el sabor.

Teniendo los pájaros, no podía quitarles el canto.

Teniendo las estrellas, no podía quitarles el brillo.

Y teniendo el sol, no podía quitarles la luz.

El Rey era aún el rey de Casi-Todo.

Y se puso triste.

En su tristeza, salió a caminar por sus reinos.

Pero sus reinos eran ahora muy feos.

Las flores y los frutos habían sido recogidos.

La noche no tenía estrellas y el día no tenía sol.

Y triste como él estaban sus súbditos.

Entonces el Rey de Casi-Todo no quiso nada más.

Mandó que devolvieran las flores a los campos y que entregasen las tierras conquistadas.

Mandó a que plantasen árboles que dieran frutos y que soltaran los pájaros.

Mandó que distribuyesen las estrellas por el cielo y que liberaran al sol.

Y el Rey volvió feliz.

En su inmensa alegría, sintió la paz.

Y sintiendo la paz, el Rey vio que no era más Rey de Casi-Todo.

Él ahora tenía todo.


Eliardo Franca. Traducido de “O Rei de Quase—Tudo”

martes, 5 de abril de 2011

Proyecto ALAS (continuación)


TAREA ESCOLAR


Dos y dos cuatro

cuatro y cuatro ocho

ocho y ocho dieciséis...

¡Repitan! dice el maestro.

Dos y dos cuatro

cuatro y cuatro ocho

ocho y ocho dieciséis.

Pero aquí está el pájaro lira

que pasa por el cielo

el niño lo ve

el niño lo oye

el niño lo llama:

¡Sálvame

juega conmigo

pájaro!

Entonces el pájaro desciende

y juega con el niño.

Dos y dos son cuatro...

¡Repitan! dice el maestro

y el niño juega

el pájaro juega con él...

Cuatro y cuatro ocho

ocho y ocho dieciséis

¿Y dieciséis y dieciséis, cuánto es?

dieciséis y dieciséis no son nada

y mucho menos Treinta y dos

y sigue la cuenta.

El niño ha escondido el pájaro

en su pupitre

y todos los niños

entienden su canción

y todos los niños entienden la música

y ocho y ocho a su turno se van

y cuatro y cuatro y dos y dos

se van también

y uno y uno no son uno ni son dos

y a la una, a las dos

se van también.

Y el pájaro lira juega

y el niño canta

y el profesor grita:

¡Cuándo van a terminar de hacerse los payasos!

Pero los demás niños

escuchan la música

y las paredes del aula

se desploman tranquilamente.

Y los vidrios vuelven a ser arena

la tinta vuelve a ser agua

los pupitres vuelven a ser árboles

la tiza vuelve a ser acantilado

y la lapicera vuelve a ser pájaro.


Jacques Prévert



domingo, 3 de abril de 2011

Proyecto ALAS (Animación a la lectura)


OTRO CIELO

la stranezza di un cielo che non e il tuo

CESARE PAVESE