martes, 9 de febrero de 2010

Los reinos germanos.-

“Estaban repartidos entre ostrogodos, visigodos, francos. Estaban repartidos quiere decir que estaban todos juntos pero había de todo. En cualquier sitio podía haber visigodos, ostrogodos y francos.
También había hispanovisigodos y hispanoamericanos pero no eran tan importantes como los visigodos, ostrogodos y francos.
Las asambleas las hacían todos juntos hasta los hispanovisigodos, hispanoamericanos y demás”.
(27.02.89. 6º EGB)


Respuesta correcta
Los pueblos que vivían fuera de las fronteras romanas, éstos les denominaban bárbaros —en latín significa extranjeros.
Los bárbaros germanos se dedicaban preferentemente a la ganadería, a la recolección y en menor medida a la agricultura —cereales—. Eran seminómadas y se localizaban en las amplias llanuras del este de Europa. Desconocían la moneda y usaban armas de hierro.
Se reunían en asambleas donde decidían las cosas más importantes, solamente escogían a un jefe militar cuando estaban en guerra con otros pueblos. Se agrupaban en tribus. Esa asamblea era el máximo órgano de poder, presidida por el rey, actuaba como juez.
Estos pueblos germanos se dividían en cuatro grupos sociales: 1) La nobleza, a la que pertenecían los jefes del ejército y los gobernantes. 2) Los hombres libres. 3) Los semilibres, formados por individuos de otras tribus o pueblos sometidos. 4) Los esclavos, prisioneros de guerra.
A diferencia del mundo romano, no tenían derecho escrito y se regían por las costumbres tradicionales.
Las causas de las migraciones de estos pueblos son varias: 1) Quizás un cambio climático en el noreste de Europa que les obligó a buscar tierras más al sur. O por un aumento de la población y necesitarían nuevos pastos para sus ganados. 2) Por la debilidad del Imperio romano. Algunos de estos pueblos se establecieron en provincias romanas como federados del Imperio y su objetivo era defender estas fronteras de posibles invasores. Por otra parte, el ejército romano acogió en sus filas a guerreros germanos que, incluso, llegaron a ocupar importantes cargos militares. 3) Por la llegada de los hunos, pueblo asiático dedicado al pastoreo que avanzó hacia el centro de Europa. Atila, uno de sus jefes, se estableció en las llanuras húngaras, junto al río Danubio, siendo una amenaza para todos los pueblos europeos.
Las migraciones de estos pueblos bárbaros tuvieron lugar hacia el siglo V d. C. Algunas se hicieron con el beneplácito del propio Imperio romano, en el año 376, los visigodos, acosados por los hunos, pidieron permiso al emperador Valente para resguardarse en las fronteras romanas. También se podían producir estas migraciones de forma violenta, así ocurrió en las cercanías del Rin. Aprovechando que la frontera estaba desguarnecida y que el río se encontraba helado, en la noche de San Silvestre —31 de diciembre del año 406— los vándalos cruzan el río, seguidos por suevos y alanos que se situaron en la Galia y en Hispania.
Los emperadores romanos intentaron poner remedio a esta situación, compraron los servicios de algunos de estos pueblos como federados (28) y los asentaron en algunas regiones, pero fracasaron.
Con la caída del último emperador romano de Occidente, Rómulo Augústulo —476, que era casi un niño—, el poder imperial desapareció. La soberanía quedó en manos de los germanos, Europa se dividió en reinos, los gobernantes eran germanos y la mayoría del pueblo era casi romano. En la parte oriental se mantiene el Imperio romano (29), mientras que en la parte occidental se han establecido cuatro reinos: los vándalos (30), los visigodos, los francos (31) y los ostrogodos (32).
Los visigodos se establecieron inicialmente en la Galia —en el sur— como enviados del Imperio romano para expulsar de la península Ibérica a los suevos —fueron arrinconados en Galicia—, vándalos y alanos —pasaron al norte de África—. Los francos expulsaron de las Galias a los visigodos, tras la derrota de Vouillé (507) y se agruparon en la Península.
Crearon un reino en Hispania con capital en Toledo. Tuvieron serios problemas de adaptación como el resto de pueblos germanos, tenían otro idioma, religión —arrianos (33)—, leyes y costumbres distintas. Pero su mayor dificultad era que estaban en minoría, apenas alcanzaban unos trescientos mil, ante los siete u ocho millones de hispanorromanos. Mantuvieron la misma organización política y división en provincias de la época romana.
Lentamente fueron aceptando la superior cultura romana, se emparentaron y aprendieron el latín.
En el año 552, se disputaron el trono visigodo varios aspirantes. Uno de ellos, Atanagildo pidió ayuda al Imperio bizantino para vencer a sus enemigos. A cambio de esta prestación, Atanagildo, una vez proclamado rey, donó a Bizancio la provincia Bética y parte de la Cartaginense. Por lo tanto, la Península se dividió en tres soberanías: suevos, visigodos y bizantinos.
El rey Leovigildo logró la unificación territorial del reino visigodo, sometió a los suevos, arrebató a Bizancio las ciudades de Málaga y Córdoba. Los sucesores de Leovigildo expulsan a los bizantinos.
Con el rey Recaredo se consiguió la unidad religiosa y en el III Concilio de Toledo adoptó el catolicismo como religión oficial y la única del reino visigodo.
El código de leyes comunes para todo el reino, tuvo lugar durante los reinados de Chindasvinto y Recesvinto —se publicó el “Líber Iudiciorum”—, fue el Fuero Juzgo (654).
Al proclamarse el último rey visigodo, don Rodrigo, sus enemigos pidieron ayuda a los musulmanes del norte de África. En el año 711, un ejército de siete mil beréberes enviados por Muza —gobernador del norte de África—, derrotaron a los visigodos en la batalla de Guadalete (711) poniendo fin a su dominio.
El mundo del arte y la cultura sufrió un retroceso con la llegada de estos pueblos germanos. No desarrollaron un arte propio por el simple hecho de ser seminómadas, no tenían necesidad de construir edificios duraderos ni monumentos. Sus construcciones eran pequeñas, toscas, macizas; las cubrían con pinturas y adornos para “maquillar” las imperfecciones, que eran muchas. Su actividad artística más sobresaliente fue la orfebrería, se conservan joyas, coronas... realizadas en oro y piedras preciosas —tesoros de Guarrazar en Toledo y en Torredonjimeno de Jaén.
En la cultura visigoda destacó San Isidoro de Sevilla, teólogo y reformador religioso. Su obra más importante son las “Etimologías”, resume el saber de su tiempo.
En la arquitectura visigoda, el uso del arco de herradura fue su aportación principal. Citaremos a las iglesias de San Juan de Baños en Palencia, San Pedro de la Nave en Zamora y Santa Comba de Bande en Ourense, como las más representativas.
La economía visigoda se basaba en la agricultura y la ganadería. Las tierras se repartieron en unidades familiares denominadas fundos. Al enriquecerse algunas familias, se formaron grandes propiedades llamadas latifundios.
La artesanía y el comercio experimentaron un gran retroceso.


(28) El Imperio romano firmó pactos con los pueblos bárbaros y éstos actuaban como aliados. El Imperio pagaba sus servicios repartiéndoles tierras o pagándoles grandes sumas de dinero.
(29) El Imperio bizantino o Imperio romano de Oriente estaba constituido por los Balcanes, Grecia, Turquía, Siria, Egipto... Su nombre viene dado por su capital, Bizancio (Constantinopla). La mayoría de sus pobladores hablaban el griego y durante más de mil años resistieron el ataque de sus “vecinos” —árabes, búlgaros, turcos—. Desapareció en el año 1453, con la caída de Constantinopla en manos turcas (el sultán Mohamed II).
(30) Dentro del pueblo vándalo cabe distinguir dos grupos: los silingos y los asdingos. En el año 407, llegaron a las Galias, que saquearon, antes de pasar al a Península (409). En 411, por un pacto impuesto a Roma, los suevos y vándalos asdingos ocuparon Gallaecia; los álanos, la Lusitania y la Cartaginense, y los vándalos silingos, la Bética. Entre 417-418, álanos y vándalos silingos desaparecieron como entidad independiente, exterminados por el visigodo Walia o unidos a los vándalos asdingos y a los suevos. En 419, los asdingos, al mando de Gunderico, tras vencer a los suevos, pasaron a la Bética y a la Cartaginense (derrotaron a Castino, 421-422). En el 426, hicieron incursiones a las Baleares y a la Mauritania, ocuparon Sevilla y Cartago Nova y prepararon su “salto” al continente africano que realizaron en el año 429, al mando de Genserico (unos 80.000 individuos). Como federados destruyeron Cartago (439) y conquistaron las islas Baleares, Sicilia, Cerdeña, Córcega. Adoptaron el latín y conservaron buena parte de las instituciones romanas. Se convirtieron al arrianismo. Y en el año 533, el bizantino Belisario los derrotó y destruyó su estado.
(31) Los francos dominaron la Galia romana en los siglos V-VI. Se distinguen dos grupos de tribus: los francos salios y los francos del Rin. Entre 258 y 276 llevaron a cabo una expedición devastadora por toda la Galia. A finales del siglo III reforzaron el ejército romano infiltrándose progresivamente dentro del Imperio y debilitándolo. Ha sido Clodoveo I el que unificó el pueblo franco conquistando la Galia del norte.
Los francos de la región renana colonizaron la margen izquierda del río Rin (VI-VII) ocupando Flandes.
El derecho franco es conocido por la ley sálica.
(32) Los ostrogodos se organizaron en el siglo IV en un poderoso reino a ambos lados del río Dniéper. En el año 375, fueron sometidos por los hunos y les siguieron en su avance. Se federaron al Imperio romano e invadieron los Balcanes (473). En el año 489, invadieron Italia dirigidos por Teodorico que venció a Odoacro (493), se convirtió en el dueño de Italia y áreas dependientes —Dalmacia, Recia, Nórica, Panonia, Provenza—. Situaron la capital en Rávena pero este estado se hundió durante la reconquista imperial dirigida por Belisario (535). Los ostrogodos fueron sometidos en el año 555 y desaparecieron como pueblo.
(33) Doctrina de Arrio. El arrianismo declaraba que, en la Trinidad, el Hijo no era exactamente igual al Padre; no era de su misma naturaleza y no participaba en su eternidad, por lo tanto, su divinidad era secundaria. La querella entre las Iglesias obligó a Constantino a provocar la celebración de un Concilio en Nicea de Bitinia (325), que definió la identidad de naturaleza del Padre y el Hijo. A pesar de todo, el arrianismo sobrevivió algún tiempo entre los pueblos bárbaros —godos, vándalos, burgundios, lombardos— que lo expandieron por Roma, Galia, Hispania, África. Desapareción en los siglos VI-VII con la conversión de los lombardos.
En Hispania, los visigodos habían sido convertidos al cristianismo de la secta arriana, y a medida que avanzaban por la Península “colocaban” obispos arrianos. Ello ocasionó tensiones y luchas que se incrementaron durante el reinado de Leovogildo (573-586), el cual se convirtió al catolicismo poco antes de morir. Recaredo, comprendiendo la importancia del catolicismo en la nación y atendiendo los consejos de san Leandro se pasó del arrianismo al catolicismo —III concilio de Toledo, 587.

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