sábado, 6 de febrero de 2010

A colación de las guerras, ha caído en mis manos, un comentario de don Javier Ortiz, que escribía en un periódico la preocupante prepotencia de los militares. Allí daba cuenta de la siguiente anécdota —real, según el autor— y retrata la actuación de algunos mandos estadounidenses. Se trata de un diálogo por radio que tuvo lugar entre un buque de guerra de los Estados Unidos de América y las autoridades costeras de Newfoundland en Canadá. Octubre de 1995:

“Buque de EE.UU.: Por favor, cambien su curso quince grados al norte a fin de evitar colisión.
Canadienses: Recomendamos que usted varíe su curso quince grados al sur a fin de evitar la colisión.
Buque de EE.UU.: Al habla el capitán de un buque de la Armada de los EE.UU. de América. Repito: cambien su curso.
Canadienses: No. Repetimos: son ustedes los que deben cambiar su curso.
Buque de EE.UU.: Este es el Abraham Lincoln, el segundo buque en tamaño de la flota de los Estados Unidos de América en el Atlántico. Nos acompañan tres destructores, tres cruceros y numerosos buques de apoyo. Demando que cambie usted su curso quince grados al norte o tomaremos medidas a fin de garantizar nuestra seguridad.
Canadienses: Hagan ustedes lo que quieran. Esto es un faro”.

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