martes, 5 de octubre de 2010

El estudio de un idioma entraña serias dificultades. Comprobémoslo:

Un misionero pasó mucho tiempo enseñándole a una tribu a dominar el inglés. Les explicaba el idioma en plena naturaleza y así le decía al jefe de la tribu:
—Árbol, —le decía.
El jefe miraba al árbol y repetía:
—Árbol.
Caminaron un poco más y le mostró una roca:
—Es una roca. ¡Roca!
El nativo replicaba:
—Roca.
El misionero estaba entusiasmado con los progresos del discente. Siguieron caminando y detrás de unos arbustos vieron a una pareja haciendo el amor. El profesor, un poco confundido, dijo:
—Gente montando una bicicleta.
El nativo, miró brevemente, sacó su arma y disparó.
El misionero recriminó su comportamiento, que no se podía ir por la vida matando gente, que había que ser más civilizado, que...
El jefe le contestó:
—Es que esa... ¡ser mi bicicleta!

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