jueves, 7 de abril de 2011

EL REY DE CASI-TODO


El Rey de Casi-Todo tenía casi todo.

Tenía tierras, ejércitos y tenía mucho oro.

Pero el Rey no estaba satisfecho con el casi todo.

Él quería todo.

Quería todas las tierras.

Quería todos los ejércitos del mundo.

Y quería todo el oro que hubiese todavía.

Entonces, mandó a sus soldados en procura de todo.

Y fueron conquistadas más tierras.

Otros ejércitos fueron dominados.

En sus cofres ya no cabía tanto oro.

Pero el Rey todavía no tenía todo.

Seguía siendo el Rey de Casi-Todo.

Por eso, quiso más.

Quiso las flores, los frutos y los pájaros.

Quiso las estrellas y quiso el sol.

Flores, frutos y pájaros le fueron traídos.

Se apresaron las estrellas y el sol perdió su libertad.

Pero el Rey todavía no tenía todo.

Porque teniendo las flores, no podía quitarles la belleza y el perfume.

Teniendo los frutos, no podía quitarles el sabor.

Teniendo los pájaros, no podía quitarles el canto.

Teniendo las estrellas, no podía quitarles el brillo.

Y teniendo el sol, no podía quitarles la luz.

El Rey era aún el rey de Casi-Todo.

Y se puso triste.

En su tristeza, salió a caminar por sus reinos.

Pero sus reinos eran ahora muy feos.

Las flores y los frutos habían sido recogidos.

La noche no tenía estrellas y el día no tenía sol.

Y triste como él estaban sus súbditos.

Entonces el Rey de Casi-Todo no quiso nada más.

Mandó que devolvieran las flores a los campos y que entregasen las tierras conquistadas.

Mandó a que plantasen árboles que dieran frutos y que soltaran los pájaros.

Mandó que distribuyesen las estrellas por el cielo y que liberaran al sol.

Y el Rey volvió feliz.

En su inmensa alegría, sintió la paz.

Y sintiendo la paz, el Rey vio que no era más Rey de Casi-Todo.

Él ahora tenía todo.


Eliardo Franca. Traducido de “O Rei de Quase—Tudo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario