miércoles, 13 de abril de 2011

CUENTO



Dijo el prestidigitador:

—Damas, caballeros y niños. Esta prueba es muy sencilla. Con un papel —puede ser la hoja de un diario o de un cuaderno— voy a hacer dos pájaros.

El prestidigitador tomó la hoja de un diario y la partió en dos. Una mitad la puso en la mano derecha; la otra mitad en la mano izquierda.

—¿Ven? —preguntó el prestidigitador y mostró las dos manos—. No hay nada más que un pedazo de papel en cada mano. Y ahora van a ver un pájaro en cada mano. ¿Ven?

El prestidigitador extendió los brazos, mostró las manos y agregó:

—Tengo un pájaro en cada mano.

—No —respondió el público—, no vuelan. No son pájaros.

—Damas, caballeros y niños —dijo el prestidigitador—. Tengo un pájaro en cada mano.

Extendió los brazos y mostró las manos. En cada mano tenía un pájaro.

—No son pájaros —gritaba el público—. No vuelan.

Entonces los dos pájaros batieron las alas y se llevaron al prestidigitador volando por el aire. El prestidigitador rompió con la cabeza el techo del teatro y voló con un pájaro en cada mano. Salió del teatro y siguió volando.


La mujer del prestidigitador tejió una red y la clavó con cuatro estacas en el fondo de su casa.

—Aquí tiene que caer —dijo.

Y se sentó a esperarlo.



Javier Villafañe

No hay comentarios:

Publicar un comentario